jueves, 19 de mayo de 2016

La Batalla más Ardua de un Guerrero



     Entre tantas batallas a las que un guerrero tiene que enfrentarse, la más ardua es la del amor, y más difícil es cuando es un amor no correspondido, porque a pesar de la sabiduría y coraje que posee un guerrero, éste sabe que de ésta batalla, lo más probable es salir derrotado.


     Un guerrero apasionado ante ésta batalla, se ciega   y deja a un lado todo lo que ha aprendido en sus combates, no por voluntad sino  por instinto, porque para su fortuna o  desgracia, en esta batalla el deja toda su entrega, toda su pasión. 


     Solo le es posible a un guerrero salir del abismo del desamor cuando  luego de tanto sufrimiento, ha de cansarse de extrañar y de esperar un sentimiento reciproco de un alma que no sabe amar.


      Es ahí donde verdaderamente el guerrero aprende a soltar, es ahí donde el guerrero se arma de valentía y deja ir aquello que le hace tanto  mal, es éste el punto exacto donde tiene que aceptar su derrota,  no con odio ni sed de venganza, sino con agradecimiento, porque alguna enseñanza le habrá dejado aquel amor.


     Un guerrero no es lo suficientemente cobarde, no es parte de su esencia serlo, por ello él  deja ir a su amor, pero no del todo, porque en el fondo de su corazón siempre albergará  la esperanza de que su magnífico amor despierte y le nazcan las ganar de volver  a él.


     Él sabe que un verdadero guerrero olvida las batallas en las que ha sido derrotado para poder enfrentarse a sus siguientes combates.  


     Su tarea es aplicar ésta frase en lo que concierne al amor, porque él continúa con sus batallas en aras de ganar la guerra de la vida, pero siempre con la huella imborrable de aquel gran amor en su corazón acompañado del llanto vacío que le provocan sus miedos.  

     Después de todo el guerrero no sabe soltar, no sabe olvidar la más ardua de sus derrotas porque un verdadero guerrero, no tiene mala memoria.

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