jueves, 10 de noviembre de 2016

Atando Cabos



      Cada día trae consigo una verdadera hazaña, un nuevo aprendizaje, todo pasa de manera causal y nosotros vamos por ahí sin disfrutarlo como se merece, con una peculiar manía de querer encontrarle el por qué a todo lo que nos pasa.

Vivimos desaprovechando la magia de un momento tan solo por la terquedad de buscar explicaciones innecesarias.

Vamos por ahí desconociendo que mientras improvisamos en este  arte que es vivir; ganamos o aprendemos pero jamás perdemos.

Conocemos personas que tal vez no nos hagan del todo felices, pero si más sabios, otras mientras tanto con tan solo mirarnos nos erizan la piel. Por ambas, deberíamos estar eternamente agradecidos.

Desconocemos que los momentos amargos son sumamente necesarios para saber degustar los placeres dulces de esta vida.

Ignoramos las palabras que salen de los labios de un anciano, cuanta sabiduría dejamos perder cuando no sabemos escucharlos.

Vamos por ahí tumbándonos años de vida, cuando deberíamos estar orgullosos de que los mismos no han pasado en vano, y son testigos de nuestras experiencias.

Nos levantamos cada mañana olvidando agradecer por el más simple hecho de haber amanecido con vida, hay de quienes ya no están aquí para contarla.

Por cada percance que nos sucede, nos quejamos un sinfín de veces, ignorando las maravillas que hay en cada detalle.

Soñamos y soñamos sin comenzar a trabajar en pro de la materialización de nuestros sueños, creyendo que el éxito nos caerá un buen día del cielo.

Prescindimos que la vida no nos cambia, somos nosotros quienes cambiamos con ella.   
            
Y aquí atando cabos… concluyo que no sabemos vivir, vamos por ahí improvisando. 

jueves, 11 de agosto de 2016

Hoy te Extrañé




Hoy te extrañé como se extraña aquello que no se tiene, como solo el sol extraña a la mañana, como extraño a la lluvia que veo a través de mi ventana. Hoy te extrañé y lo hice entre anhelo, debilidad, llanto, risas, y suspiros. Te extrañé incluso más que a mí, por suerte, justo en ese momento desperté y le imploré a Dios no hacerlo más; no pensarte más, no soñarte más, no extrañarte más.  Al menos no más que a mí, porque me necesito incluso para estos momentos en los que caigo en masoquismo y te extraño de ésta forma, estos momentos que parecen un domingo por la tarde. Hoy te extrañé, me cansé, me rendí y te solté. Hoy espero ser valiente, tan valiente como para no recogerte jamás, tan valiente como para olvidarte y comenzar a extrañar a alguien más.

jueves, 26 de mayo de 2016

Vale más Amargo el Café y no la Vida



     Hoy te invito un café; para contrarrestar esos pensamientos destructivos que nos invaden, para esos temores que llevamos dentro, para la soberbia que nos deja un fracaso, para la rabia de un momento.

      Sin duda, no hay nada mejor que uno de estos para remediar los males, organizar pensamientos y hacer fluir ideas.

     Por esto y mucho más; hoy te ofrezco un café… y mientras lo saboreas,  quiero que recuerdes  lo importante que eres y  lo mucho que vales, quiero que disfrutes cada sorbo, porque en cada uno se nos va un instante de nuestras vidas.

    Quiero compartir contigo un café distinto, de mañanas resplandecientes para afrontar con energía los vaivenes  rutinarios, un café lleno de esperanza y entusiasmo, de risas a carcajadas, de miradas cautivadoras y penetrantes, un café lleno de proyectos, de anécdotas, de una tarde que se nos pase volando… ¡en fin! quiero compartir contigo un café de esos que saben a gloria. 

     Deleitemos juntos un café bien cargado, calientico y de exquisito aroma, de esos que se toman los adultos valientes y de carácter fuerte, un café cerrero, porque vale más amargo el café y no la vida.  


     Recuerda que al mal tiempo se le contrarresta con un buen café.

jueves, 19 de mayo de 2016

La Batalla más Ardua de un Guerrero



     Entre tantas batallas a las que un guerrero tiene que enfrentarse, la más ardua es la del amor, y más difícil es cuando es un amor no correspondido, porque a pesar de la sabiduría y coraje que posee un guerrero, éste sabe que de ésta batalla, lo más probable es salir derrotado.


     Un guerrero apasionado ante ésta batalla, se ciega   y deja a un lado todo lo que ha aprendido en sus combates, no por voluntad sino  por instinto, porque para su fortuna o  desgracia, en esta batalla el deja toda su entrega, toda su pasión. 


     Solo le es posible a un guerrero salir del abismo del desamor cuando  luego de tanto sufrimiento, ha de cansarse de extrañar y de esperar un sentimiento reciproco de un alma que no sabe amar.


      Es ahí donde verdaderamente el guerrero aprende a soltar, es ahí donde el guerrero se arma de valentía y deja ir aquello que le hace tanto  mal, es éste el punto exacto donde tiene que aceptar su derrota,  no con odio ni sed de venganza, sino con agradecimiento, porque alguna enseñanza le habrá dejado aquel amor.


     Un guerrero no es lo suficientemente cobarde, no es parte de su esencia serlo, por ello él  deja ir a su amor, pero no del todo, porque en el fondo de su corazón siempre albergará  la esperanza de que su magnífico amor despierte y le nazcan las ganar de volver  a él.


     Él sabe que un verdadero guerrero olvida las batallas en las que ha sido derrotado para poder enfrentarse a sus siguientes combates.  


     Su tarea es aplicar ésta frase en lo que concierne al amor, porque él continúa con sus batallas en aras de ganar la guerra de la vida, pero siempre con la huella imborrable de aquel gran amor en su corazón acompañado del llanto vacío que le provocan sus miedos.  

     Después de todo el guerrero no sabe soltar, no sabe olvidar la más ardua de sus derrotas porque un verdadero guerrero, no tiene mala memoria.