miércoles, 8 de octubre de 2014

Carta a la Nostalgia.





Querida amiga:


   Siguen pasando los días y cada vez se me es más difícil aceptar que ahora eres mi fiel compañía, luego de la ausencia de aquello que me hizo sentir tan viva y ahora solo me produce tristeza tras recordar cada momento maravilloso y ahora extinto en mi vida.

Misteriosa amiga compuesta por nueve letras, ahora te siento cada vez que me invade un recuerdo que aun deseo revivir.

A tu lado se me escapan sonrisas al pensar en lo que pudo haber sido. A tu lado también comprendí que cuando amé a quien tuve realmente al frente fue a mí misma reflejada en quien amé.

Dicen que solo se ama una vez, no sé si ésta fue  la única o si todavía no he amado por primera vez.

En tu compañía me toca aceptar que hay de quienes son solo ave de paso en mi vida y que solo pasan para dejarme un aprendizaje importante, una huella  imborrable.

Cuan ruda sueles ser a veces,  pero tan necesaria para edificarme.
Me haces callar y escuchar los gritos más profundos  del silencio, luego en la desesperanza que me ocasiona el mismo, me induces a hablar para desahogarme y reponerme.

No quieres enseñarme a soltar aquello que no es mío, eso me hace comprenderte cada día menos.

Sé que al final tú no eres ave de paso, tú siempre eres esa ave que se va y regresa al nido, supongo que de eso se trata la vida, de vivir y de que regreses a mi vida. 

En fin querida amiga, no sé si darte las gracias, o repudiar  tu compañia.


                                                                                                              Atte: tu tan  nostalgica amiga.

jueves, 12 de junio de 2014

Enferma Sociedad


Hoy día, no es nada fácil el salir a la calle y toparse con gente muy diferente a ti, se necesita de mucha tolerancia para sobrellevar  esta carga.

Esta sociedad está tan enferma que exige pensar, hablar  y actuar como ella; lo cual no seria muy saludable el seguir sus ordenes.

Me parece una completa aberración, el aparentar estar domesticados para encajar en una sociedad a la que si respiras o no, le sigue importando menos cada día.

Antes pensaba que la mucha gente que me rodea, quizás necesitaba ayuda médica, debido a tener comportamientos inhumanos;  hoy pienso que soy yo la que tal vez necesite ayuda, por tratar de entenderlos y no de aceptarlos, pues sin darme cuenta estaba comportándome de la misma manera egoísta que a ellos les caracteriza.

Lastimosamente vivo en una sociedad en la que hasta dar los buenos días,  sabe simplemente a rutina, la educación se fue de viaje y la tolerancia quedó sin empleo.

Ya eso de que debemos amarnos unos a otros, es pura falacia. Al transcurrir el día voy observando como ya la gente no da permiso en una cola, los jóvenes ven a los ancianos de pie desde sus asientos, las insolencias son tendencia y el criticar a otros, el mejor pasatiempo. 

Me aterra pensar que de momentos, quizás  he actuado como ellos y lo peor es que sin beneficio alguno. En ocasiones, he tratado de complacer a mucha gente, lo que me indica la posibilidad de estarme contagiando.

Es que todavía no acabo de comprender que la gente es como es y hagas lo que hagas, vas a seguir teniendo el mismo valor para ellos.

Muy lamentable es que quieras a tanta gente, que ni siquiera saben que es querer, ya los sentimientos en esta sociedad, valen lo mismo que la moneda venezolana. 

Pues sí… creo que la que primero necesita ayuda soy yo al darle tanta importancia, o al hecho de restársela  y comportarme como ellos ¡que dilema!

Me di cuenta que esta sociedad está en un estado tan deplorable, que ya no es merecedora de mis palabras y sonrisas.

Entonces, como todavía gozo de un golpe de filantropía y optimismo, creo que el cambio está en uno  mismo, aunque a veces me dé solo por respirar y dejar todo igual. 

Pero como ya hay menos gente interesante y más interesada, tal vez sea mejor guardar mis palabras y sonrisas para quien como yo, aborrezca esta asquerosa sociedad por miedo a enfermar,  y las aprenda a valorar…

domingo, 27 de abril de 2014

Dos Opciones, Dos Caminos



Hoy desperté sonriendo, hoy decidir me es elemental.

Hoy tuve dos opciones;  verte y amarte, entonces me decidí por las dos.

Dos caminos se han presentado; uno dice que lo siga, y el otro solo me observa, aquel que guarda silencio me es más atractivo por ser misterioso, y es a el a quien he escogido seguir, aunque el mismo se torna un tanto empinado, no es imposible cruzarlo.

Hoy la tarde me es alegre y una brisita mueve mi cabello, esa misma me señala que he escogido el camino correcto, y aunque no he de entender nada, todo lo acepto.

Porque cada día trae consigo dos opciones, porque cada día trae consigo dos caminos, y con ellos también llega, la autonomía  de elegirlos. 

Sea cual sea el elegido, ambos son imperfectamente perfectos, porque cada uno deja una enseñanza y algo nuevo. 

Y es que  esto que siento es verdadero, aunque tal vez no seas merecedor de ello, sé que puedo elegir otro camino, pero este me es más divertido.

Como de naturaleza yo soy una hembra determinada, tú te has convertido en mi norte apasionante y perfecto.

En fin… No sé si tú eres el camino correcto, solo sé que te sigo y acepto.

viernes, 14 de marzo de 2014

Zapatos de Plomo y Vista al Gigante

  Para lograr lo anhelado en esta vida, lo fundamental es la humildad; saber que es lo que se quiere y mucho fundamento.   

 Cuidémonos de la arrogancia, pues no sabemos cuando el destino nos regresara lo que hemos hecho, sea bueno o malo. 

 A veces cuando logramos un poco de éxito,  este se nos sube a la cabeza y perdemos hasta el razonamiento. 

 Debemos prohibirnos el puro y simple hecho de olvidar; es de carácter imperativo recordar todo lo que se ha vivido porque a ello le debemos nuestra madurez y parte de lo que hemos logrado.

  Colocandonos unos zapatos de plomo, jamás dejaremos de pisar el suelo, jamás se nos olvidará quienes somos realmente; pero eso sí,  con vista a eso que queremos alcanzar,  eso que anhelamos para nuestro crecimiento personal, eso que para nosotros es gigante.

  Se es imposible vivir sin un sueño, por más pequeño que sea, siempre tendremos alguno.  sin embargo, a veces se nos hace difícil desprendernos de unas cosas para alcanzar otras, pero en los riesgos esta el éxito o el fracaso;  todo depende de las ganas que le echemos.

  De un poco de todo esto,  esta compuesta parte de nuestra vida,  día con día tenemos que luchar con ello, pero mientras sepamos quienes somos y a donde queremos ir, estaremos siempre en la dirección correcta. 

martes, 18 de febrero de 2014

El juramento


Sin darnos cuenta, a menudo cometemos un error garrafal, al jurar ante una verdad quizás viciada. A veces, para que nos crean nos aferramos a un juramento, el cual pone en tela de juicio nuestros argumentos, pues quiere significar que no estamos diciendo la verdad, sino, nuestra verdad. 

Todo ser humano dice mentiras, como quieras llamarlas; blancas, negras… como sean, igual son mentiras. Lo que debemos hacer es decirlas lo menos posible, sabemos que muchas de ellas nos salvan “temporalmente” de algunas situaciones, ya que la verdad siempre nos seguirá persiguiendo.

Lo peor es que la mentira una vez dicha, nos lleva a otra, y otra, y otra… Hasta formar una cadena en donde ya no sabemos si lo que somos, es verdad o falacia.  

El juramento, quiere significar que hemos caído tantas veces en la mentira, que para que nos crean, debemos jurar. Llegamos al grado de hacerlo por quien sea, recurrimos a un juramento tan simple como el de mencionar a nuestro Dios, nuestra madre o  nuestra vida misma. 

Cuando existe LA verdad y no TU verdad, hacer uso de el, está de más. Si tenemos una sola verdad  y se da el acontecimiento de responder a preguntas, debemos hacerlo con un simple SÍ o un rotundo NO, total… Si creen, bien, y si no, también, cumplimos con disfrutar la verdad, eso es lo importante. Jurar en vano más allá de fallarle a nuestra religión o estilo de vida, degrada nuestra esencia.

Habida cuenta de que la palabra del hombre es la de un contrato, el juramento debería estar prohibido, y si de sentimiento se trata, el hecho de jurar amor eterno, implica serle fiel hasta con el pensamiento, y bien sabemos que eso es utópico. Podemos respetar a nuestra pareja… ¡sí!,  pero de ahí a no mirar nada más... Ya caímos de nuevo en la mentira, acto seguido, el juramento. 

Y es así, como hoy aprendí a no jurar nunca más, a tratar de ser más honesta conmigo, para serlo con los otros, y que si es buena o mala la verdad, debemos enfrentarla como venga.