He descubierto que la mitad que estaba esperando siempre había
estado conmigo, a fin de cuenta siempre he sido yo la que mejor me ha
comprendido, quien más me llena y me consiente cuando lo necesito, con quien
mejor disfruto de un café, de un libro.
Definitivamente conmigo es con quien más me río, más
disfruto y más vivo, no necesito a nadie más para ser feliz, solo estar conmigo, no sé si
escandalizarme o felicitarme. Puedo enojarme conmigo misma y al instante reconciliarme,
no me guardo rencor, me perdono constantemente y sobre todo vivo
intensamente.
Soy yo quien mejor sabe darme espacio y a quien más necesito,
conmigo puedo salir un viernes por la noche y despertarme al siguiente día sin
temor al compromiso. Puedo esperar más de mí sin miedo a decepcionarme.
Tengo sed de vivir tanto; de crecer, de edificarme, de
superarme, de andar por ahí sin explicarle nada a nadie, y es que ya no tengo tiempo para esperar nada de nadie.
Por mucho rato deseé encontrar
en algún lugar a mi otra mitad, esa que me llenara y me complementara, ¡vaya que
estaba equivocada!
Que fortuna el poder vestirme y llevar el cabello como se me
dé la gana, sin importarme las opiniones de la gente porque solo yo puedo
gobernarme, y es que soy entonces únicamente mía, no de nadie.