Hoy te extrañé como se extraña aquello que no se tiene, como
solo el sol extraña a la mañana, como extraño a la lluvia que veo a través de mi
ventana. Hoy te extrañé y lo hice entre anhelo, debilidad, llanto, risas, y
suspiros. Te extrañé incluso más que a mí, por suerte, justo en ese momento desperté y le imploré
a Dios no hacerlo más; no pensarte más, no soñarte más, no extrañarte más. Al menos no más que a mí, porque me necesito incluso
para estos momentos en los que caigo en masoquismo y te extraño de ésta forma,
estos momentos que parecen un domingo por la tarde. Hoy te extrañé, me cansé,
me rendí y te solté. Hoy espero ser valiente, tan valiente como para no recogerte jamás, tan valiente
como para olvidarte y comenzar a extrañar a alguien más.