domingo, 17 de noviembre de 2013

Amar no es poseer, amar es apreciar


 
No se trata de amarlo mientras lo poseo, es amarlo mientras lo aprecio y admiro, aprecio su belleza y su fantástica esencia.

Es como cuando amas una flor y procedes a recogerla, esta morirá. Entonces, sí amas de verdad, debes dejarla ser quien es, simplemente apreciándola.

No es pretenderlo tuyo pues nadie posee a nadie, es tratarlo con cuidado como si fuese tuyo.

Es apreciar su esencia, porque  todos tenemos algo de maravilloso, sorprenderte y admirable, está de nuestra parte descubrir ese ¨algo¨ en la persona que apreciamos. Si nos gusta ese algo o simplemente lo aceptamos, luego de ello, podemos estar seguros que realmente amamos.

Después de descubrirlo, el secreto está en hacérselo saber con elogios y buenas atenciones, recuerda que si dejas de atender, se pierde el interés. 

Puede que pierdas lo que hoy  te ofrecen, lo triste no es perderlo, lo triste es perderlo por miedo a intentar cambiar tu vida y dejar que el milagro suceda. 

MILAGRO… Ese  que radica en dejar ser amado por quien tiene tantas intenciones de hacerlo,  ser el arquitecto de tu sonrisa y que su felicidad parta de apreciarte y admirarte día con día.

No trates de cambiar lo que pertenece a tu esencia, si han de amarte, deben hacerlo con la misma reciprocidad con la que amas a ese ser.

 
Una rosa es fantásticamente hermosa aunque posea espinas, si estas le son arrancadas, la misma deja de ser quien es realmente, pues ha perdido una de sus características.

Si no te aman siendo quien eres, entonces no te aman porque no te valoran, amate tú y espera a ese ser que si sepa la bella rosa que eres, que no pretenda poseerte, solo apreciarte.

lunes, 11 de noviembre de 2013

Moral para exigir


Muchas veces hemos escuchado que nuestras acciones nos definen, que las mismas hablan por sí solas y bla, bla, bla!... Eso es correcto, para que los demás tengan una definición de notros no es necesario abrir la boca, basta con un par de acciones.

Como buenos humanos que somos, líderes en errar y campeones en justificar, criticamos a los demás sin siquiera mirarnos al espejo unos segundos.

A veces no somos los indicados para señalar o reclamar actitudes, pero sin embargo lo hacemos.

Día tras día no solo nos enfrentamos a nuestros comportamientos,  sino también a unos ajenos a nosotros. La diferencia entre ambos es que, los nuestros no los vemos mal o simplemente pasan por desapercibidos, mientras que a los ajenos le buscamos mil y un defectos.

No obstante, tenemos la gallardía de reclamarle a los otros acciones que también hemos realizados… ¡que bárbaro! 

A veces cometemos errores gracias a esas acciones, entonces por afecto y/o cariño queremos alertar a los otros para que no cometan el mismo error.

 Vale destacar que al hacer eso, cometemos nuevos errores como lo son: El creer a ciegas que los otros aprenderán de nuestros errores sin haberlos vivido, el reclamar, señalar y juzgar, creyendo que así nos harán caso, obviando que nosotros pasamos por las mismas circunstancias, de paso nos creemos perfectos  y nos portamos intolerantes.

Somos como ese padre adicto al cigarrillo que reprende al hijo porque este también fuma.

¿CON QUE MORALLLLLLLL?... ¡por Dios!

Con que moral juzgamos si somos iguales o peor de imperfectos, definitivamente es la intolerancia y ausencia de cultura  lo que va a terminar con nuestras vidas.

No podemos exigir aquello que no tenemos o no sabemos dar. ¿Cómo se nos ocurre pedir amor, si ni siquiera sabemos amar? 

Definitivamente, no podemos pedir lo que no poseemos, no podemos exigir el cumplimiento de normas que nosotros “literalmente” pisoteamos. 

Debemos tomar conciencia y auto-exigirnos el doble de lo que vayamos a exigir a otros. 

Trabajar arduamente en nosotros para así ser  un verdadero modelo a seguir, de eso se trata.